FAUSTINA
La violencia engendra en el corazón humano violencia,
odio, rencor, tristeza, pero en Tamalameque además de todo esto también humor
negro.
En el año 1998, cuando la violencia paramilitar se arranchó
en Meque, como en todo el país, el terror era el común denominador en el
pueblo. Nadie se atrevía a hablar, salir a la calle, parrandear, ir a
los montes, y hasta los animales sufrieron, pues fueron blanco de las balas
asesinas. En esa época comandaba en la
región el temible comandante “Jimmy”, quien en compañía de sus hombres dejaron
una estela de muerte en toda la región.
Las calles del pueblo y la región fueron “adornadas” con hermosos carros
ultimo modelo que a grandes velocidades recorrían calles, caminos y
carreteras. Uno de esos carros fue el
temible “Última Lagrima”, carro que al pobre ser que hacían subir en el
aparecía muerto.
Faustina Torres, una mujer que vivió en el barrio
Palmira, mas conocida como “La
Trasmallo ”, por ser una mujer de mundo que iba con todo,
vendía, negociaba, viajaba, hablaba de todos, en fin iba pa’ las que sea. Los niños le recordaban el apodo sólo para
verla y oírla embejucada. Los hombres temían
pasar por su casa, pues siempre había propuestas indecentes. Las mujeres la vigilaban, para darse cuenta a
cual hombre seducía. En la calle era
respetada, pues su lengua cortaba por todos lados.
Un día en que Faustina esperaba carro en la “Y” para
viajar a Pailitas, sucedió esta anécdota.
Eran las 8:00 de la mañana y a cuanto carro pasaba, Faustina le sacaba
la mano solicitando el servicio de transporte.
Ningún carro paraba y esto comenzó a desesperarla. Los ayudantes de los carros de transporte
amantes de la burla, al pasar por su lado le gritaban: - “Trasmallo”.- Esta
afrenta hacía hervir la sangre en todo el cuerpo de la mujer, quien se
desahogaba a solas hablando y maldiciendo a los chóferes.
Al fondo de la carretera se acerca una caravana de
lujosos carros que es guiada por “La última Lágrima”, la sigue una cuatro
puerta azul, una cara de sapo verde y una hermosa Toyota. Faustina le saca la mano en espera de que la
lleven a su destino, pero los carros no se detienen y por el contrario la
empolvan hasta los huesos. Esto la lleva
al límite de su ira e hijueputea a todo lo que ve, mientras se sacude el polvo
de su cuerpo. Coge su pequeño maletín
para volver a su casa, pero antes de que lo haga un lujoso carro le para. Se bajan los vidrios de las puertas y una voz
masculina le dice:
-
¡Súbase!
-
¡Gracias
señor! – Responde Faustina y se sube. - Usted si es un verdadero caballero.
-
¡Gracias!...-
Responde el hombre.
- ¡Esos
chóferes de aquí son unos mal educados!...tengo mas de media hora de estar
parando carros y nadie me paró, por el contrario se burlaban de mi y me ponían
apodos. – Se desahogaba Faustina.
-
Hubiera
cogido otros. – Le plantea el hombre.
- Pasaron
fue los carros de los paracos, pero esos son peores, unos hijueputas que sólo
sirven para matar y atemorizar a la gente.
-
¿Quiénes?
– Pregunta el hombre.
-
¡Los
paracos!, unos desgraciados que los comanda un tal Jimmy, ese es el peor de
todos, un matón sin sentimientos, sin alma, sin madre.
-
¿Ha
hecho muchas vainas malas? – Sigue preguntado el hombre.
- ¿Qué
si ha hecho?... vea a ese hombre deberían colgarlo por las huevas y arrastrarlo
por toda la carretera para que pague por todo lo que ha hecho, o si no que lo
corten en pedacitos con la misma motosierra que él usa y que le echen los
pedazos a los perros.
-
¿Usted
sería capaz de hacerlo? – Interroga el hombre.
-
¡Mas
que eso!, hasta lo quemaría vivo para que sufra.
-
¿Y
usted sabe con quien está hablando? – Vuelve a preguntar el hombre sacando una
gran pistola de su pretina y colocándola en sus piernas.
-
¡Ay
que pena con usted! – Se disculpa. – Venia tan enojada que ni me presenté, ¿quién
es usted?
-
¡Jimmy!...El
máximo comandante de los paramilitares en esta región. – Contesta el hombre
acariciando su pistola y deteniendo el vehículo.
-
¿Jimmy?
– Dijo Faustina atemorizada.
-
¿Y
usted Cómo se llama?
-
¡Me
llamaba! - Contestó.
-
¿Para
dónde va?
-
¡Iba!
-
¿De
dónde viene?
-
¡Venía!
-
¿Tiene
familia?
-
¡Tenía!
-
¿A
dónde vive?
-
¡Vivía!
Jimmy empuña su pistola y le dice a Faustina que se baje
del carro, esta se baja lentamente sin quitarle la vista al hombre, una mirada
suplicante que hablaba por si sola.
Jimmy besa su pistola y suelta una gran carcajada. Arranca el carro y deja a Faustina en medio
de una gran polvareda.
Edgar Alfonso Peñaloza Robles. Tamalameque. Cesar. Colombia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario