¡LAS TENEMOS LEVANTADAS
AL SEÑOR!...
Las novenas son
unos actos religiosos que se le realizan al Santísimo Cristo en sus festividades (14 de septiembre.), estas se
organizan por barrios, comenzando desde la madrugada con una misa y al final se
trae la imagen de Cristo hasta el sitio o barrio que le corresponde dicha
novena. En las horas del medio día, a
eso de las doce meridiano comienzan “Los Números”, que son una serie de participaciones
del pueblo, en donde se conjuga lo religioso y lo pagano; pues por un lado está
la imagen del Cristo y por la otra están los músicos animando a “Doña
Gigantona” y sus muñecos. Seguidamente
los organizadores de la novena animan a jóvenes y niños a participar de los
números, o concurso, que van desde: Comer grandes panes con gaseosas, carreras
de encostalado, varas de premio, gallo enterrado, en fin lo que se programe en
el barrio, con el objetivo de convertirse en la mejor novena del año. En las
horas de la noche, se prende el porro (Baile con banda de música o papayera.) una o dos horas. Como pueden ver hasta aquí, este trajín de
organizar novenas es un desgaste de fuerzas que muchos pagan mas tarde, es el
caso de la siguiente anécdota que sucedió en una misa del Santísimo Cristo celebrada en nuestra Iglesia San Miguel.
Una de las señoras del grupo "Sagrado Corazón de Jesús", quienes
son fervientes colaboradoras en la iglesia, y de la cual no voy a mencionar
nombre (Ustedes me comprenderán, hay que cuidarnos de una excomunión) luego de
varias novenas asistiendo puntualmente a misa en las madrugadas, la edad (90
años aproximados) el sueño y el cansancio le jugó una mala pasada. Encontrabase el sacerdote en sus quehaceres
religiosos y al llegar al momento de la comunión, nuestra amiga como todas las
veces recibía la suya, claro está que en esta ocasión el sueño hacía mella en
su integridad física. Ya en la fila de
espera, recibe su ostia, da la vuelta y con sus ojos cerrados se dirige a su
puesto a donde mas demoró en arrodillarse que en dormirse. Termina el sacerdote de dar la comunión al último
que la solicitó y en voz alta dice.
- ¡De rodillaaaaaaaaas!
A lo que nuestra amiga en medio de su letargo contesta.
- ¡Las tenemos levantadas al señorrrrrrrrrrr!.
Se hizo un profundo silencio en la Iglesia, todos se miraban las caras... el sacerdote salió a la parte trasera del altar, y los fieles sacaron pañuelos para taparse la boca y disimular la risa que causó dicha exclamación.
FIN.
EDGAR ALFONSO PEÑALOZA ROBLES.
TAMALAMEQUE. CESAR. COLOMBIA.
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