miércoles, 31 de julio de 2013

LAS VELAS DE TÍO BURRO...

LAS  VELAS  DE  TÍO  BURRO

 Tío Conejo era muy amigo de Tío Burro; pero, Conejo era bebedor de ron, mientras que Tío Burro no tenía vicios.  Un día Tío conejo iba para el pueblo a beber como siempre y en el camino se encontró con Tío Burro:

 - ¡Tío conejo!...ya que vas para el pueblo te voy a dar 20 pesos, para que me traigas 4 velas. – Le solicitó Tío Burro.
- ¡Claro Tío Burro!, yo te hago el favor. – Alegre respondió Conejo; pues ya tenía dinero para tomar ron.
Conejo se fue al pueblo, compró las cuatro velas de Tío Burro que le costaron 4 pesos y le quedaron 16 pesos; los que procedió a bebérselos en ron.  Al día siguiente llegó donde Tío Burro y le entregó las 4 velas. 
- ¡Tío Conejo! y mis vueltos. – Reclamó Tío Burro; pues sabía el precio de las velas.
- Te compré cuatro velas y en velas cuatro son ocho, y dos por ocho dieciséis y en velas cuatro son veinte.  No te quedan vueltos. – Dijo Tío Conejo, muy serio.
- ¡No joda Tío Conejo!...el que sabe, sabe…- Contestó Burro convencido con las cuentas de Conejo. 


DEL  FOLCLOR.

lunes, 29 de julio de 2013

PARRANDERO...

PARRANDERO
                  


Theofanes Van-Strahlem Royero, es un chiriguanero de pura cepa que se mudó a vivir en Tamalameque, por su trabajo de pagador en el I.T.A. y porque probó de la famosísima agua del pozo del Machín. Con aproximadamente 32 años de vivir en Meque se declara ferviente devoto de la milagrosa Virgen de Chiquinquirá, a la que se le celebra fiesta del 2 al 8 de septiembre en su querida Chiriguaná.  Acá en Meque a la distancia, “Theo” como es más conocido, celebra las festividades religiosas de su amada Virgen, llegando a organizar parrandas de dos, tres y hasta cuatro días en su casa, eso sí acompañado de buena comida y sonoros voladores que anuncian a todos, está “Theo” bebiendo.
 
Aunque no es un constante bebedor, pues deja pasar largos meses sin beber; todos en Meque sabemos que cuando la agarra es para demorar y que todo el que ose acompañarlo indiscutiblemente será emborrachado por “Theo”, y pasando a la larga lista de amigos arrumados y dormidos por él.  Gran fama ha conquistado que muchos invitados por él, tempranito se van para evitar la consabida pea o no pasar la pena. 

THEO Y “PEPE” NOGUERA:
Se cuenta que corriendo los años 90, llegó a Meque El Sr. “Pepe” Noguera, nombrado sindico del Hospital de Tamalameque y trayendo consigo una no muy envidiable fama de ser un bebedor de esos que aguantan toda clase de bebida y muchos días de parranda.  No falta el careador en estos casos y fue Diógenes Pino Ávila el encargado del careo. 
- ¡Compa “Theo”!, Le llegó la tapa de los peroles. – Le insinuó pícaramente Diógenes.
- ¿Cómo así? – Interroga “Theo”. 
- ¡Llegó al hospital un nuevo sindico!, Pepe Noguera, ¡dizque ha recogido a los bebedores mas bravos del Valle! – Atosigaba Pino, sobándose su pronunciada barba.
- ¡Mierda! ¿Y a dónde está el hombre? – Pregunta “Theo”, con la espina ya incrustada. 
- Esta tarde le vamos hacer la recepción donde vivo. ¿Te gustaría ir? 
- ¡Mierda!, vamos a ver cuál es la bulla del hombre.- Dijo “Theo” sacando una pecho hundio de medallo que tenía en la nevera. 

Salieron los dos amigos a casa de Pino y en el camino encontraron a Luis “Luchito” Aguilera, a quien invitaron. Llamaron a Pepe y no fue bien llegado cuando lo recibió “Theo” con un trago rebosante de ron, este se lo tomó y casi no alcanzaba a bajar el vaso cuando ya “Theo” le tenía el otro servido. 
- ¡Tome compa!, que aquí la vaina es bebiendo. – Le dice “Theo” tomándose el trago de él. – Hoy vamos a beber hasta que caiga dormido uno de los dos. 

Pasada dos horas y con un endemoniado ritmo de servidas y tomadas de trago por todos, Pepe sintiendo sus piernas desfallecer se acuesta en un chinchorro.  “Theo” lo sigue de cerca sentándosele al lado con botella en mano.  Pepe por momentos cerraba los ojos y “Theo” aprovechaba para servirle otro trago mas mientras lo llamaba.
- ¡Este es el mío! – Mostraba un trago a Pepe y se lo tomaba. - ¡Y este es el tuyo!, ¡Tómatelo! – Insistía.
- ¡Déjame quieto “Theo”!, ¡déjame dormir! – Desesperado le grita Pepe.- ¡Me ganaste! 
- ¡Mierda! Si pepe se volvió fue pura propaganda. – alegre dice Theo a Pino y sigue bebiendo muy tranquilamente. 


THEO Y “GEÑO”:
Recibió “Theo” un buen pago atrasado y celebraba donde Mayra Montesinos el tan esperado pago. De pura casualidad, lo puedo jurar, pasó por allí Luis Eugenio “Geño” Imbretchs y “Theo” lo invitó a tomarse un trago de una panchita que ya casi se le acababa.
- ¡Yo no me ensucio la boca con un trago! – Comentó “Geño”, mirando la botella. 
- ¡Mandate una! – Solicitó “Theo” a “Geño” haciéndose el varado. 
- ¡Estoy mondao! – Replica “Geño” tomándose el trago y jalando una silla. 
- ¡No te sentei!, toma estos $20.000.= y cómprate un garrafón de medallo, para que nos ensuciemos la boca. – Lo pica “Theo” sacando un fajo de billetes.- Los inquietos ojos de “Geño” le saltaban aceleradamente mientras alegre iba a comprar el garrafón. 

Tragos iban y tragos venían, para estos dos hombres con pensamientos distintos: “Theo” emocionado porque tenía compañero para beber y “Geño” preocupado porque ya estaba borracho y la garrafa nada que pasaba de la mitad. Sin inmutarse “Theo” servía trago y bebía mientras “Geño” hacía esfuerzos sobre humanos para no vomitarlos. 
- ¡Voy a echar una meada! – Solicitó “Geño”, buscando una excusa para escapársele. 
- ¡Dave!...- Responde “Theo”. 
Aprovechando las sombras de los árboles y los alares de las casas, “Geño” a escondidas se aleja pegado a las paredes de las casas, con tan mala suerte que “Theo” se para también a mear y lo alcanza a ver. 
- “Geñito” vení, no huyai… ¡vení! pa ahítate a ron so gorrero. – Le grita, mientras “Geño” acrecienta el paso camino a su casa. 


THEO  Y  LOS  HERMANOS  MOLINA  SEPULVEDA:
 A mediados de la fiesta del Santísimo Cristo de Tamalameque en el año 2007, bebía “Theo” en su casa y pasaban por ahí los Hermanos: Álvaro José Molina Sepúlveda y Enrique “Quique” Molina Sepúlveda, muchachos que aunque jóvenes también aguantan sus traguitos.  Venían los hermanos de parrandear y con ganas de dormir, pero “Theo” al verlos los invitó a tomar.  Los hermanos se sentaron a acompañarlo y muy hábilmente “Quique” se adueñó de la botella y se dedicó a servir el trago.  Por venir ya deseosos de dormir, “Quique” simulaba echar trago en los vasos de él y su hermano, mientras que el de “Theo” se lo rebozaban.  Encendieronlo a trago, de tal forma que el pobre “Theo” no aguantó el final de la botella y se quedó dormido, lo que los hermanos aprovecharon para irse a casa.

Amaneció y los primeros rayos de sol despertaron a “Theo”, este mira a todos lados y no ve a los hermanos Molina. 
- ¡Mierda me emborracharon estos pelaos! – Preocupado se rascaba la cabeza “Theo” por la consabida perdida de su honor.  Encendió su moto y se dirigió a casa de los Molina.  Tocó a la puerta, la que abrió el señor José Ángel Molina, abuelo de los muchachos. 
- ¡Mierda!, Don José, ¿A dónde está “Quique”? – Le preguntó. 
- ¿Para qué sería? 
- ¡Mierda!...fue que anoche le di a guardar las llaves de mi oficina y Lucy la rectora del colegio me mandó a hacerle unos papeles que necesita para mandar al Valle. – Mintió “Theo”. 
- Ya se lo llamo. 

Apenas asomó “Quique” la cabeza por la puerta cuando ya “Theo” lo tenía agarrado por la mano. 
- ¡Veni acá! – Le dice subiéndolo a la moto. 
“Quique” aún adormitado lo acompaña y “Theo” lo lleva a su casa adonde ya tiene un garrafón de Medellín sin destapar. 
-¡Ahora si “Quique”!, ahora es que vamos a ver quien se duerme…porque de ahora en adelante va a ser puro trago vigilado. – le dice sirviendo él mismo el trago. 
No pasó media hora y el pobre “Quique” ya se dormía, a lo que “Theo” replica:  - ¡Mierda!...yo si decía que algo raro había pasado anoche.

Aún espera “Theo”, quien pueda quitarle el record de aguantar trago durante varios días…y durmiendo a todo el que se le atraviese.

FIN.
EDGAR  ALFONSO  PEÑALOZA  ROBLES. 

jueves, 25 de julio de 2013

TÍO BURRO Y LA PAJA...

TÍO  BURRO  Y  LA  PAJA


Una vez Tío Conejo, Tío Perro y Tío Burro, se encontraban huyendo; pues Tío Tigre se los quería comer, se fueron a un bosque lejano, pero Tío Tigre los siguió hasta allá.

Desesperados lo tres animales por la persecución del Tigre, se escondieron en un profundo túnel; demoraron meses para salir y cuando ya no soportaban el hambre, decidieron salir a buscar comida así el Tigre se los comiera.  Buscaron y buscaron, hasta que llegaron a un gran árbol que llegaba hasta las nubes; era el gran árbol de la Creación.  

 Tío Conejo con mucha vehemencia se arrodilló y dijo:
- ¡Dios!...quiero que me des comida.
Del gran árbol salió una fuerte luz y se oyó una angelical voz que dijo:
- ¡Hágase la zanahoria!
Por todo el suelo comenzó a brotar plantas de zanahoria y Tío Conejo comió hasta saciar su hambre.

- ¡Dios!...quiero que me des comida.- Dijo Tío Perro arrodillándose.
Del árbol volvió a salir la fuerte luz y nuevamente se oyó la voz:
- ¡Hágase el hueso!
Tío Perro comenzó a devorar con gran apetito los huesos.
- ¡Dios!...quiero que me des comida. – Dijo Tío Burro con una voz tan débil que casi no se alcanzaba a escuchar.
Nuevamente salió la gran luz y se escuchó la angelical voz:
- ¡Hágase la paja!
Tío Burro debido a su gran debilidad entendió mal…se hizo la paja y se murió. 


FIN.
DEL  FOLCLOR...

martes, 23 de julio de 2013

EL CUMPLEAÑOS DE TÍO CONEJO

EL  CUMPLEAÑOS  DE  TÍO  CONEJO


Era una vez, que Tío Conejo estaba cumpliendo años, invitó a todos los animales a su fiesta, menos a tío Gallo; pues alegaba que Tío Gallo era engreído y bulloso.  Tío Gallo que quería ir a la fiesta  pensó:
-  Voy a acercarme a la fiesta así sea afuera; para ver como está la vaina -
Tío Conejo, empezó a repartir ron a todos los invitados, menos al Gallo, incluso cuando pasó por el lado de él, lo pisó.  A tío Gallo no le gustó nada la actitud de Tío Conejo y dijo:
- Voy a esperar que pase por aquí otra vez el pesado de Tío Conejo a ver si me vuelve a pisar.  Salió Tío Conejo otra vez, empezó a repartir ron y volvió a pisar al gallo.

- ¡Caramba!..Usted como que quiere pelear conmigo. – Le dijo Tío Gallo.
- ¡Sí! Y qué… ¿Muy arrechito o qué?- Dijo Tío Conejo con altanería; pues estaba en su casa y rodeado de amigos.
- ¡Vengase para acá! – Tío Gallo le respondió.

Y no se dijeron más nada, comenzaron la pelea.  Los demás animales le abrieron una gran ronda.  Tío Conejo le dio una fuerte trompada al Gallo y lo estrelló contra Tío Mico.
 
Tío Gallo sangrando por un ojo y lleno de rabia, cogió a Tío Conejo con el pico por las orejas y le comenzó a clavar las espuelas por todas partes. 
  
Tío Conejo afanado comenzó a decirles a sus amigos:

- ¡Quítenmelo!... ¡Quítenmelo!... ¡No ven que tiene navajas, este vergajo es cachaco!

DEL FOLCLOR.
TAMALAMEQUE.

lunes, 22 de julio de 2013

EL PACTO

EL  PACTO


- ¡Gracias compa Edgar! – Me dice Freddy despidiéndose de mí.  Lo miro caminar por la calle central de Tamalameque hasta que se monta en el carro que lo lleva  a su casa.   Va alegre, su alma descansa del gran peso que siempre la acompañó… ¡ahora el peso lo siento yo!

Freddy Mantilla Vanegas es un extrovertido campesino de la ribera del río Magdalena.  Vive en su parcela en cercanías de Santa Teresa Bolívar.  Es un mediano y delgado hombre de 48 años de edad y en su fibroso cuerpo se nota el rudo trabajo del campo.  Amante de las mujeres, la siembra de toda clase de plantas y de uno que otro trago de ron.  Nació en plena calle central de Tamalameque; en la vieja casa de Félix Beleño Y Margarita Morales, actual casa de Samuel Monsalvo.  Fue alumno de la seño Charito; una hermosa y capacitada profesora de primaria quien un día lo encontró en la calle, lo agarró de la mano y se lo llevó para la escuela donde le dio de todo para que estudiara su primaria.

A los siete años, durmiendo en su cama sintió Freddy el cuerpo de una mujer que se le montó y procedió a chuparlo en las piernas y los brazos.  Asustado y confundido no pudo decir nada mientras la mujer seguía besándolo.  Era una hermosa morena de pelo largo y gruesas piernas que lo hizo sentir por primera vez un hombre.  Al día siguiente no le contó a nadie; pues suponía que había soñado y ese sueño le gustaba.  Fue su madre quien noto los moretones en sus brazos y piernas, y al interrogatorio de esta no tuvo otra alternativa que contarle lo sucedido; pero ella no le creyó, sólo su abuelo Eladio Vanegas le creía y lo consentía cargándolo a todos lados incluso hasta en su labor en la tumba de monte y la siembra.

Este suceso por siempre ha acompañado a Freddy aunque con algunos cambios en las apariciones, de niño sufrió de chupones y moretones; pues la mujer poseía su cuerpo.  De joven, la mujer sólo se le aparecía en cualquier sitio y a corta distancia lo acompañaba o vigilaba.  En todas las apariciones Freddy se ha sentido con valor y hasta habla con la mujer, luego su cuerpo se excita sexualmente teniendo la necesidad de buscar a alguna mujer que le sacie sus deseos sexuales siendo casi imposible para la mujer de turno.  En su  trabajo de campo Freddy ha sido un solitario empedernido; pero su labor mas parece la de siete hombres que trabajasen sin descanso.

Su abuelo Eladio Vanegas lo quiso mucho y le enseñó algunos secretos de curaciones y manejo esotérico que sólo se le da a la persona de buen corazón. Murió a los 95 años de edad de un paro cardiaco; aunque en varias ocasiones tuvo muy de cerca la muerte, como cuando lo mordió una gran culebra boqui dorada que lo encamó por mucho tiempo y lo obligó a buscar a su compadre y amigo Ángel Morales; famoso curandero de culebra del pueblo a mediado de los años 20.  Ángel trató a su compadre con mucha paciencia y solvencia; pero Toribio Vanegas hermano de Eladio le pareció que demoraba demasiado en la curación y contrató a otro curandero barranquillero quien al saber que Ángel había empezado la curación quiso demostrar que sabía mas que él y procedió por todos los medios de empeorar a Eladio con el fin de desacreditar a Ángel.  Se entabló entonces una lucha de poderes; Ángel luchaba por curar a Eladio y el curandero barranquillero por matarlo.  Las acciones del curandero barranquillero iban desde hacer aparecer culebras cerca de la cama de Eladio, Hacer bramar carabelas de vaca a toda hora, elevarle la temperatura al enfermo, hasta hacerlo ver espantos y día a día se acrecentaba un fuerte olor a azufre en su cuarto; que hicieron sospechar a todos que el curandero no era nada bueno y que mas bien sabía cosas malignas.

Por todo esto, Eladio y Ángel se pusieron de acuerdo para protegerse mutuamente del malvado curandero.  Se prometieron salvaguardar de cualquier mordedura de culebra a las familias Morales y Vanegas incluyendo hasta el último descendiente, y para esto invocaron al espíritu de Eduarda Morales hija de Ángel; quien había muerto embarazada cuando parada en la puerta de su casa vio pasar el entierro de su madre.  Desde esa época hasta la actualidad, el espíritu de Eduarda ha protegido a las dos familias.  El pacto también incluía que pasado cien años un integrante de la familia escogido por Eduarda debería morir mordido por una culebra.  Ángel Morales se libró de muchos curanderos y sus culebras; pero misteriosamente murió de una infección en la pierna que le produjera la astilla de un árbol que cortaba y que al volar lo golpeó en la espinilla.

En la actualidad Eduarda la mujer que le sale a Freddy aparece acompañada de su abuelo Eladio Vanegas y de Ángel Morales.  Los tres espíritus le explicaron lo del pacto y la necesidad de continuar con el mismo.

Se acercan los cien años y ahora  Ángel, Eladio y Eduarda le salen permanentemente a Freddy solicitándole que cumpla con el pacto, entregándole al único hijo varón que tiene y que precisamente es el ultimo Mantilla que queda en la familia; puesto que fue el elegido por Eduarda.  Temeroso porque la muerte de su hijo debe ser por mordedura de culebra Freddy lo alejó del campo mandándolo a Bogotá.  Hoy está convencido que si todo el mundo sabe lo de dicho pacto; en el que en ningún momento él intervino… su hijo  se podrá salvar.

Terminada esta historia, siento un gran alivio en mi alma… ya no tengo ningún peso; porque ahora tú también lo sabes.


FIN

AUTOR: EDGAR  ALFONSO  PEÑALOZA  ROBLES.




miércoles, 17 de julio de 2013

DICIEMBRE. JAIDER MEJÍA COLMENARES. TAMALAMEQUE. wmv

"AY SI, SI". JAIDER MEJÍA COLMENARES. TAMALAMEQUE.

"LA MUCHACHITA". JAIDER MEJÍA COLMENARES. TAMALAMEQUE.

INDECISIÓN FATAL

INDECISIÓN  FATAL

-  Rubiano Saschoque Humberto, ¡pase al frente! – Tronó la voz del General de Brigada.
Rubiano era un muchacho de unos diecisiete años, de una contextura muscular envidiable por cualquier físico culturista; lograda a peso de hacha y machete, los preciados regalos que recibió de su padre el 13 de septiembre de 1.993, cuando cumplió ocho años y los que fueron sus fieles compañeros durante muchos años.

Hacían diez meses había sido reclutado, en uno de esos tantos domingos que  salió de la parcela de su padre a comprar la provisión de la semana en la tienda de Don Elí.
- ¡Vas a cumplir con el glorioso deber  de defender a tu patria! - Le dijo su padre el día que se enlistó.- 
Hoy era un valeroso soldado de su país.  Con temor interior, pero con serenidad externa dio el paso al frente.
- ¡Soldados! – Prosiguió el General, señalando con el índice derecho a Rubiano. – Tienen ante ustedes a un cobarde, un enemigo de la patria, un ser despreciable que no merece el honor de llamarlo soldado; un infeliz, que con su cobardía causó la muerte a diez de nuestros mejores hombres y el robo de numerosas armas y municiones.

Rubiano, escuchaba aquella voz como procedente de muy lejos, como salidas de un profundo abismo.  Del grupo de soldados que tenía al frente, sólo veía una gran nube verde, con figuras negras y marrones, de formas grotescas que amenazaban con devorarlo.  Gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas, al recordar aquella tarde infernal.

En su mente; cual cinta cinematográfica, veía claramente como un hombre armado hasta los dientes, eliminaba sin piedad de a uno por uno, a sus compañeros y él, alelado o atemorizado por la impresionante rapidez con que aquel bárbaro actuaba; sólo pudo parapetarse detrás de unos arbustos y de ahí observar como aquel sanguinario seguía eliminando soldados.  Alzó su fusil y por la mira del mismo veía al asesino subir las armas a un carro que acababa de llegar.

Rubiano seguía las acciones del ladrón y asesino por la mira  de su fusil.
- ¡Tengo que darle un tiro mortal! – Pensó. – ¡Si fallo me descubrirá!, y él no fallará.
Iba a tirar del gatillo, pero algo lo detuvo; un lunar rojo en el pómulo derecho del asesino, ese bendito lunar que lo hizo dudar.  Se estremeció de temor y un sudor frío cubrió su cuerpo por completo… ¡un lunar rojo!… ¡ese bendito lunar!…

Ahora delante de muchas miradas, unas amenazantes y otras compasivas; se daba cuenta del grave error que cometió al no jalar del gatillo.  Intempestivamente el General se paró frente a Rubiano y volvió a hablar.
- Gómez, Martínez, Pérez, Ruiz, Mancera, Ríos, Quintero, Robles, Mejía, Arévalo… ¿Qué le recuerda Rubiano? – Le preguntó.
- ¡Eran mis compañeros, señor! – Contestó Rubiano.
- ¿Por qué no los ayudó?
- ¡Sentí miedo, señor!... es de humanos sentir temor, ¿Verdad?
- Usted le dijo a otros compañeros, que tuvo en la mira de su fusil a ese sanguinario, ¿Por qué no disparó?

¿Por qué no disparé? – Pensó Rubiano.-  Muchas  noches de insomnio en el calabozo lo había meditado y también había decidido, que si mil veces se repetía la historia, mil veces no dispararía.  Era conciente que cometió un grave error, pero dentro de su ser  algo le decía que había hecho lo correcto.
- ¡Usted hubiese hecho lo mismo General! – Dijo Rubiano con serenidad.
- ¿Por qué habría yo de hacer esa torpeza? – Preguntó  molesto el General.
- ¡Por el lunar rojo!... ¡Por ese bendito lunar rojo! – Respondió sonriente Rubiano.
- ¡Un lunar Rojo!... ¿Qué tiene que ver un lunar con todo esto?
- ¡Ese lunar rojo!... ese lunar rojo en el pómulo derecho, lo tiene mi hermano menor, ¡señor! – Afirmó y dando el frente  a los demás soldados, gritó.- ¡Soy culpable!... ¡Soy culpable!... ¡Soy culpable!... – Y siguió gritando mientras caminaba hacia el calabozo.

FIN.                                                                           
Autor: EDGAR ALFONSO PEÑALOZA ROBLES.





lunes, 8 de julio de 2013

LA LLORONA.

LA   LLORONA
Cuenta la leyenda de La Llorona Loca de Tamalameque “Que una niña de bien quedó embarazada de su novio, éste no quiso responder por el embarazo y se marchó dejándola con su infortunio; puesto que era de gran deshonra ser madre soltera en esa época la joven decide abortar en el caño Tagoto y luego votar el feto a las oscuras aguas del caño.  Esto la enloqueció y en las noches llega al pueblo, recorriéndole y dando alaridos aterradores, los cuales con el tiempo auguran desgracias en el pueblo.  La Llorona Loca atormenta a las madres desnaturalizadas que maltratan o abandonan a sus hijos o todo aquel que se atreve a hacerle daño a un niño.  A esta superstición le temen los borrachos y trasnochadores.  Se le aparece a un hombre cuando va o viene de visitar a una mujer que no sea su esposa o novia.”

José Contreras es un reconocido tamborero en Tamalameque y como de costumbre un ocho de diciembre se dirige a su casa ubicada en el barrio Palmira.  Con unos tragos de más en la cabeza ya sus piernas por el efecto del trago se niegan a responderle.  Hace esfuerzos para caminar, logrando seguir su camino a cambio de tropezones y unas cuantas caídas.  Son las doce y cuarenta y cinco minutos de la noche.  Camina por el famoso callejón del peligro; en donde hasta el más valiente le ha tocado correr por culpa de la oscuridad y de los espantos que allí salen: el cuero arrastrado, el perro negro, el caballo sin jinete, el niño llorón y la Llorona loca, son algunos de ellos.  De pronto se escucha como si saliera de la nada y de todas partes, un grito angustiosamente largo y aterrador, el cual se acerca cada vez más y más.
- ¡Ay…Jesús mi hijo! – Alcanzó José a escuchar.

Quiso correr, pero sus débiles piernas no pudieron hacerlo.  Se aferró a un árbol de mango que encontró y sin poder evitarlo vio un arropijo negro que se le acercaba moviendo los brazos y gritando.  Por los gritos supo que era una mujer, la cual pasó rozándole el cuerpo con la capa negra que llevaba encima.  Sintió un agradable perfume de mujer que le despertó el desenfrenado macho cabrío que llevaba en su interior y como autómata siguió aquel espanto que seguía gritando:
- ¡Ay…Jesús mi hijo! 

José sigue a la mujer por todo el callejón mientras la enamora, ella le galantea pero sigue con sus gritos lastimeros.  Sin que se percatara caminan varias calles hasta llegar al oscuro cementerio del pueblo; donde ella se le desaparece repentinamente detrás de una tumba. El borracho la busca en medio de la oscuridad tropezándose y cayendo bruscamente.  De su bolsillo saca una mechera que al encenderla le ayuda a ver con que se ha tropezado.
- ¡Una cruz!... ¡Dios mío!, estoy en el cementerio. - Retrocede y comienza a rezar. - ¡Padre Nuestro que estás en los cielos, Santificado sea tu nombre!, ¡Creo en Dios todopoderoso, creador del cielo y la tierra! - Se tropieza nuevamente y cae -¡Santa María, madre de Dios!, Padre Nuestro que estás en los cielos. – Seguía rezando mientras se arrastraba por entre las tumbas; pues sus piernas no dan para caminar ni mucho menos para correr por aquel tenebroso lugar.

A gatas; forzosamente José intenta alejarse de aquel lugar mientras que sus desorbitados ojos ven entrar al cementerio a otro hombre que viene silbando una alegre canción.  Va completamente perfumado.  Se detiene un momento, pareciera buscar o esperar a alguien; pues mira hacia todos los lados.  José intenta gritar para avisarle al hombre del espanto; pero por el terror que sentía de su boca no salió ni una palabra.  De repente sale la mujer del arropijo negro, gritando y moviendo los brazos de arriba abajo.  
- ¡Ave Maria Purísima!, ¿Es de esta vida o de la otra? – Exclamó el hombre asustado.  La llorona, que es lo que aparenta ser el terrible espanto se acerca moviendo aceleradamente los brazos, el hombre retrocede y se arrodilla a rezar.
- ¡Padre Nuestro que estás en los cielos, Santificado sea tu nombre!...
- ¡Que Padre Nuestro, ni que ocho cuarto!, o es que ya se te olvidó. - Reclama la mujer, agarrándolo por los brazos.
- ¿Eres tú? - Preguntó aterrado e incrédulo el hombre.
- ¡Claro que soy yo! - Responde ella quitándose la capa negra  y dejándole ver su bello rostro. - Por poco echas todo a perder.
- La que lo iba a echar a perder eras tú, si no te hubieras disfrazado de esa manera no me habría asustado.
- ¿Y cómo querías que viniera a encontrarme contigo?, sin que nadie se diera cuenta, por ahí andan unos tamboreros.
- Pero siquiera me hubieras avisado que te ibas a disfrazar. - Dijo él abrazándola.
- No tuve tiempo, porque lo pensé fue ahora en la noche y si salía a avisarte mi marido hubiera sospechado algo; además fue gracioso, hace unos minutos traje al cementerio a un pobre borrachito, si lo hubieras visto como rezaba igual que tú.- Le explica ella riéndose un poco.
- Bueno, ya déjate de risas y vamos a lo nuestro, antes que tu marido regrese de parrandear.

La pareja camina abrazada hasta perderse en la oscuridad de la noche. Todo queda en silencio y José reanimado por todo lo visto se para sacudiéndose el polvo de su ropa y alejándose de allí.  Al día siguiente en todos los rincones de Tamalameque se escuchaban los rumores de que a José le salió la Llorona loca y él a todo el que le pregunta muy picaramente le responde:
- ¡Es un horrible espanto!... Que no quiero que le salga ni a mi peor enemigo. – Mientras se sonríe; porque en medio de la oscuridad alcanzó a conocer a su comadre Teresa.

FIN.

AUTOR: EDGAR  ALFONSO  PEÑALOZA  ROBLES.