miércoles, 26 de junio de 2013

JUAN BELEÑO

JUAN BELEÑO 

Juan Beleño (q.e.p.d.), fue un reconocido folclorista tamalamequero, de múltiples facetas, más reconocido por ser el creador de muchos disfraces que presentaba en carnaval por las calles de nuestro querido Tamalameque acompañado de otros actores como: Dionisio Beleño, Modesto García, Roberto Robles “El viejo”, y otros, el mas recordado de todos, el que le sacò a Ernesto Estrada "Tun Tun", quien los correteo con puñaleta en mano desde el palo de mango de Palmira hasta su casa en el barrio San Rafael. Estos disfraces que eran verdaderas sátiras sacadas de los casos sucedidos a las familias tamalamequeras nos deleitaron por muchos años, hasta el límite de que en el pueblo nadie quería dar papaya, para no ser objeto de los disfraces de Juancho en carnavales. 

Otra de sus facetas era el de animar los velorios con sus consabidos cuentos y chistes de alto calibre. Velorio que se respetara tenía a los familiares llorando al difunto, a Juancho contando chistes que actuaba, y a unos acompañantes muertos de la risa por las ocurrencias de Juancho. Aparentemente no cobraba su actuación, pero se emborrachaba con su arte, pues el trago repartido en el velorio era aprovechado por él y todos los acompañantes. Cuando ya se sentía muy borracho se marchaba a su casa y quedaba el velorio en una tristeza total, que causaba el sueño a los acompañantes y la marcha de todos. 

Era un narrador innato que se sabía un sinnúmero de cuentos de la gente del pueblo los que contaba sin pudor, hasta narraba cuentos sucedidos a él, uno de esos cuentos es este: 
Cuenta Juancho que una vez le salió un trabajo de albañilería en la Humareda, pues esa era su profesión. Buscó a Modesto su compañero ideal para que le sirviera de ayudante y marcharon a eso de las cuatro de la tarde para el otro lado del río con el objeto de estar madrugado en la obra. Cuando llegaron a la otra orilla, caminaron por la ribera en busca de “La Humareda”. En su camino encontraron una casa, adonde se dirigieron afanosamente a pedir agua y mitigar la sed: 
- ¡Buenas tardes! - Dijeron de entrada.- De la casa salió una hermosa mujer. 
- ¡Buenas tardes! – Contestó. 
- ¡Regálenos un poco de agua! – Dijeron al unísono los dos amigos que ya se habían prendado de la belleza de la mujer y la miraban de arriba abajo. 
- Tomen toda la que quieran, la tinaja está repleta, pues la llené hoy. ¿Para dónde van? 
- Para la Humareda, pero este calor infernal nos tiene sofocados.- Respondió Juancho mirando a la mujer.- ¿De quién es esta parcela? 
- Del señor Arturo, pero la cuidamos mi marido y yo. 
- ¿Y su marido dónde está?- Preguntó Modesto. 
- Él ya se fue a pescar con la barredera y viene mañana tempranito. 
Los dos amigos más emocionados que nunca se miraron con una mirada cómplice y pensamientos eróticos. La mujer entró a la casa. Juancho y Modesto aprovecharon que quedaron a solas para planear lo que por sus mentes corría. 
- ¡Vamos a quedarnos esta noche aquí!, quien quita alguna vaina con esta hembra. – Planteó Juancho.- Mientras le hacía señas sexuales a Modesto acerca de la mujer. 
- ¡Pues sí! - Complacido respondió Modesto. 
- Doña ¿Será posible que pasemos la noche aquí?, porque el camino es largo y está anocheciendo, esta es la hora mala para los animales ponzoñosos. – Le comentó Juancho a la mujer. 
- ¡Claro!, no hay problemas, mi marido dice que debemos darle posada al que la solicite, el problema es que solo tenemos una cama, les toca dormir en una estera en la sala de la casa. 
- No importa, lo que necesitamos es pasar la noche. – Alegre respondieron. 

Llegó la noche y todos se dispusieron a dormir, la mujer ataviada con una bella bata les tendió una gran estera en la sala y luego se dirigió a su cama en donde se acostó, bajando el toldo para evitar los mosquitos y acuñándolo con delicadeza a su colchón. Los hombres acostados en la gran estera no dormían, por el contrario discutían en voz baja quien sería el privilegiado de entrar primero a la cama de la bella mujer. 
- ¡Yo fui el de la idea! – Alegaba Juancho. 
- Pero yo vi primero a la mujer. – Se defendía Modesto. 
- Bueno tirémosla a cara y sello, el que gane va de primero. – Propuso Juancho sacando una moneda del bolsillo. 

Tiraron la moneda los dos amigos, ganándose Juancho el privilegio de ser el primero en disfrutar la bella mujer; pero no contaban de que con la polémica que armaron alertaron a la mujer, quien muy disimuladamente se había levantado y guardó en la cabecera de su cama el manduco de lavar la ropa que su marido le había hecho, nada más y nada menos que de Guayacán, para que pesara y fuera eterno. Juancho se quitó la camisa y el pantalón para no estar enredado a la hora de la verdad. Gateó sigilosamente hasta el borde de la cama, alzó cautelosamente el toldo y metió la cabeza sin precaución creyendo dormida a la mujer, quien le asestó tremendo manducazo en la cabeza, que lo aturdió por completo. Sacó la cabeza instintivamente mientras se sobaba el prominente chichón que le brotaba. Completamente grogui por el golpe esperó unos largos minutos sin decidirse que hacer, si persistir en su abusiva idea o volver a su estera. Pasado un rato decide volver a su estera donde angustiado esperaba su turno Modesto. 
- ¡Te la mamaste Juancho! – Preguntó Modesto deseoso de disfrutar a la bella mujer. 
- ¡Sí!... ¡Ve tú pa’ que te la mames también! – Respondió Juancho aún aturdido. 

Ignorante de lo sucedido, Modesto entra al cuarto de la mujer más emocionado que nunca. Recibiendo sendos manducazos que lo hicieron perder el sentido por unos momentos. Al día siguiente caminaban los amigos hacia la Humareda, adolorido por los golpes, pero riéndose el uno al otro de sus desdichas.

EDGAR ALFONSO PEÑALOZA ROBLES 
TAMALAMEQUE 2009 

No hay comentarios:

Publicar un comentario