miércoles, 26 de junio de 2013

FAUSTINA

FAUSTINA

La violencia engendra en el corazón humano violencia, odio, rencor, tristeza, pero en Tamalameque además de todo esto también humor negro.

En el año 1998, cuando la violencia paramilitar se arranchó en Meque, como en todo el país, el terror era el común denominador en el pueblo.  Nadie se atrevía  a hablar, salir a la calle, parrandear, ir a los montes, y hasta los animales sufrieron, pues fueron blanco de las balas asesinas.  En esa época comandaba en la región el temible comandante “Jimmy”, quien en compañía de sus hombres dejaron una estela de muerte en toda la región.  Las calles del pueblo y la región fueron “adornadas” con hermosos carros ultimo modelo que a grandes velocidades recorrían calles, caminos y carreteras.  Uno de esos carros fue el temible “Última Lagrima”, carro que al pobre ser que hacían subir en el aparecía muerto.

Faustina Torres, una mujer que vivió en el barrio Palmira, mas conocida como “La Trasmallo”, por ser una mujer de mundo que iba con todo, vendía, negociaba, viajaba, hablaba de todos, en fin iba pa’ las que sea.  Los niños le recordaban el apodo sólo para verla y oírla embejucada.  Los hombres temían pasar por su casa, pues siempre había propuestas indecentes.  Las mujeres la vigilaban, para darse cuenta a cual hombre seducía.  En la calle era respetada, pues su lengua cortaba por todos lados.

Un día en que Faustina esperaba carro en la “Y” para viajar a Pailitas, sucedió esta anécdota.  Eran las 8:00 de la mañana y a cuanto carro pasaba, Faustina le sacaba la mano solicitando el servicio de transporte.  Ningún carro paraba y esto comenzó a desesperarla.  Los ayudantes de los carros de transporte amantes de la burla, al pasar por su lado le gritaban: - “Trasmallo”.- Esta afrenta hacía hervir la sangre en todo el cuerpo de la mujer, quien se desahogaba a solas hablando y maldiciendo a los chóferes.

Al fondo de la carretera se acerca una caravana de lujosos carros que es guiada por “La última Lágrima”, la sigue una cuatro puerta azul, una cara de sapo verde y una hermosa Toyota.  Faustina le saca la mano en espera de que la lleven a su destino, pero los carros no se detienen y por el contrario la empolvan hasta los huesos.  Esto la lleva al límite de su ira e hijueputea a todo lo que ve, mientras se sacude el polvo de su cuerpo.  Coge su pequeño maletín para volver a su casa, pero antes de que lo haga un lujoso carro le para.  Se bajan los vidrios de las puertas y una voz masculina le dice:
-        ¡Súbase!
-        ¡Gracias señor! – Responde Faustina y se sube. - Usted si es un verdadero caballero.
-        ¡Gracias!...- Responde el hombre.
-   ¡Esos chóferes de aquí son unos mal educados!...tengo mas de media hora de estar parando carros y nadie me paró, por el contrario se burlaban de mi y me ponían apodos. – Se desahogaba Faustina.
-        Hubiera cogido otros. – Le plantea el hombre.
-     Pasaron fue los carros de los paracos, pero esos son peores, unos hijueputas que sólo sirven para matar y atemorizar a la gente.
-        ¿Quiénes? – Pregunta el hombre.
-        ¡Los paracos!, unos desgraciados que los comanda un tal Jimmy, ese es el peor de todos, un matón sin sentimientos, sin alma, sin madre.
-        ¿Ha hecho muchas vainas malas? – Sigue preguntado el hombre.
-      ¿Qué si ha hecho?... vea a ese hombre deberían colgarlo por las huevas y arrastrarlo por toda la carretera para que pague por todo lo que ha hecho, o si no que lo corten en pedacitos con la misma motosierra que él usa y que le echen los pedazos a los perros.
-        ¿Usted sería capaz de hacerlo? – Interroga el hombre.
-        ¡Mas que eso!, hasta lo quemaría vivo para que sufra.
-        ¿Y usted sabe con quien está hablando? – Vuelve a preguntar el hombre sacando una gran pistola de su pretina y colocándola en sus piernas.
-        ¡Ay que pena con usted! – Se disculpa. – Venia tan enojada que ni me presenté, ¿quién es usted?
-        ¡Jimmy!...El máximo comandante de los paramilitares en esta región. – Contesta el hombre acariciando su pistola y deteniendo el vehículo.
-        ¿Jimmy? – Dijo Faustina atemorizada.
-        ¿Y usted Cómo se llama?
-        ¡Me llamaba! - Contestó.
-        ¿Para dónde va?
-        ¡Iba!
-        ¿De dónde viene?
-        ¡Venía!
-        ¿Tiene familia?
-        ¡Tenía!
-        ¿A dónde vive?
-        ¡Vivía!


Jimmy empuña su pistola y le dice a Faustina que se baje del carro, esta se baja lentamente sin quitarle la vista al hombre, una mirada suplicante que hablaba por si sola.  Jimmy besa su pistola y suelta una gran carcajada.  Arranca el carro y deja a Faustina en medio de una gran polvareda.

Edgar Alfonso Peñaloza Robles.  Tamalameque. Cesar. Colombia.

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