miércoles, 20 de abril de 2011

LA LLORONA LOCA...


Cuenta la señora Candelaria Nieto; mujer que celaba mucho a su marido y quien vive en el barrio Palmira, que un día cualquiera su marido salió como de costumbre quedando ella en la casa, a eso de las 11:00 de la noche, se despertó y vio con preocupación que su marido no había llegado, decidió salir a buscarlo:
- ¿Estará con la otra?- Se preguntó con rabia. Se empretinó una gran puñaleta y salió a buscarlo al solar, cerca de su casa; adonde le habían dicho que su marido se encontraba con la otra mujer. Según le habían dicho se veían debajo de un palo de Ceiba que había en ese solar. Llegó hasta allí y no encontró a nadie. Decidió llegar al bar, para ver si su marido estaba allá y justamente allí se encontraba jugando billar. Esperó un largo rato, hasta que vio que iban a cerrar el bar y que su marido saliera; entonces corrió hasta su casa, para que el marido no se diera cuenta que ella lo estaba espiando. Al poco rato llegó el marido, quien al verla afuera le preguntó:
- ¿Qué haces afuera tan tarde?
- ¡Cogiendo fresco!...el calor no me dejaba dormir.- Respondió escondiendo su rabia y mirando para el palo de Ceiba, cómplice de las andanzas de su marido.

De repente, en la pata del palo de Ceiba, de la nada surgió una mujer con las manos en la cabeza. Por la mente de Candelaria, se cruzó la loca idea de que era esta mujer la amante de su marido. Apretó la cacha de su puñaleta, mientras miraba a la extraña mujer, sin quitarle los ojos de encima. Asustada vió que la mujer se elevaba como a dos metros del suelo y que inmediatamente bajaba, al posar los pies sobre la tierra pegó un grito escalofriante que le heló la sangre. La mujer siguió gritando y poniéndose cada vez más pequeña hasta llegar como a un metro de estatura.
- ¡Mija venga!..¡Esto no es de este mundo! – Le dijo su marido, agarrándola por el brazo y jalándola adentro de su casa.

Los perros inquietos, como nunca aullaban sin descanso, mientras se seguía escuchando el lastimero grito.
- ¡Esa es la Llorona Loca! – Le dijo su marido nervioso.
De un momento a otro todo quedó en silencio. Al día siguiente sólo se escuchaba el comentario de los vecinos del barrio, que habían escuchado a La Llorona Loca...

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